
Estudié hasta 6° de primaria en el mismo colegio que mis hermanos, un colegio nacional cerca de mi casa. Al finalizar primaria, mis padres decidieron cambiarme de colegio, cursé secundaria y bachillerato en el colegio “La Inmaculada“ de los PP Escolapios, en Getafe. No voy a decir que no fuera feliz porque si lo fui, me integré muy bien y mi expediente académico siguió brillando. Pero dentro de mi se apagó una luz, recordaba a mis amigas del antiguo colegio con mucha nostalgia. Era como si una etapa de mi vida que fue muy feliz, mucho más que feliz se acabara y ya no volviera nunca más. Siempre me quedará la duda si esa frustración fue por el cambio de colegio, o por el contrario fui transformándome poco a poco en una persona más madura que al principio no asimiló que ya era una más. Que si quería tener amigas tenía que ganármelas y que si quería ser feliz tenía por delante el viaje más largo que he hecho en toda mi vida. Y ahora mamá, lo vas a comprender.
Terminé Bachillerato, estaba desorientada, no sabía hacia donde ir. Tenía 19 años y no tenía nada claro como enfocar mi viaje, hacia que lugar ni que dirección tomar.
Siempre me han encantado los idiomas y porque no marcharme fuera para aprender. Me fui a Londres , allí viví durante un año. Guardo un recuerdo maravilloso de aquella experiencia. Imagínate mamá, 19 años, nunca había salido de “tus faldas“ y ahora me enfrentaba yo sola a un gran reto. Porque aquello era un gran reto, no solo me enfrentaba a un país desconocido yo sola sin mi burbuja, sin tu protección. También conmigo misma, con mis inseguridades, mis miedos, mi timidez, mis debilidades... Sí, aquella experiencia no sólo me ayudó a aprender inglés, si no que también para conocerme mejor a mi misma, para aprender de mis errores, superar mis miedos y continuar mi viaje. Me quedo con todo lo positivo y todo lo bueno pero también hubo mucho malo, fue duro pero mereció la pena.
Cuando llegué de nuevo a España hice selectividad y comencé a estudiar CC. Empresariales en la Universidad Carlos III de Madrid. Nunca me llamó la atención esa carrera ni tenía verdadera vocación por ella, pero ahora se que en ese momento mi viaje no había llegado a destino, que aún quedaba mucho camino que recorrer. Mi hermano había tenido éxito estudiando empresariales y tenía un buen trabajo, él era feliz y después de todo ese era mi fin. Yo también quería ser feliz. Hasta que me di cuenta que no lo era trabajando en oficinas, con ordenadores... No era eso lo que ponía en mi tarjeta de embarque.
